Movimiento, memoria y aprendizaje están tan interrelacionados, que el hecho de aprender o pensar pide al cerebro que secuencie, manipule informaciones y recuerdos con el objetivo de realizar una tarea nueva. El aprendizaje es pues el recuerdo de planes ya ideados por la mente. El recuerdo de futuro permite mantener en la memoria el objetivo de cada acción. Al aprender a patinar o a bailar o a tocar un instrumento o a escribir las personas que lo han hecho dicen que no solo mejoran sus habilidades motrices, sino que también han incrementado sus capacidades cognoscitivas y de memoria, aprendiendo a secuenciar las informaciones y los movimientos.
Visitar un nuevo sitio, ver una nueva película, aprender una nueva canción, leer un nuevo libro, resolver un nuevo problema, aprender un nuevo idioma, tocar un nuevo instrumento…son maneras de estimular el cerebro. Se ha visto que el desarrollo motriz en los niños pequeño, especialmente el periodo de gateo, es fundamental para el desarrollo y la disposición para aprender, e influirá en otros aspectos de la vida en la fase adulta.
El cerebro es autoreferencial, por lo que las interacciones que lleve a cabo proporcionan retroalimentación para seguir aprendiendo. Por ejemplo, las gesticulaciones y la pantomima pueden ayudar a que la persona aprenda a hablar más deprisa, estimulando el desarrollo intelectual, aumentando la autoestima y fortaleciendo los vínculos sociales, Téllez (2006).
La actividad motriz de JUGAR, ayuda al aprendizaje y a las relaciones sociales. Ya que jugar es una actividad física que sirve al niño o adulto a adquirir una sensación de dominio y ver recompensada su necesidad de interacciones sociales, Ratey (2003).