Atención y emoción.

Candace Pert, una de las grandes investigadoras neurocientíficas de la actualidad ha dicho: “no puede haber aprendizaje sin motivación y anticipación del placer”

Nuestros cerebros se valen de la emoción para inspeccionar constantemente nuestros entornos internos y externos, y determinar qué es importante y qué no para la supervivencia. El sistema de atención más fundamental es el relativo a la reacción de huir o luchar.

TDAH_cap15_img01Se dice del hipotálamo que es el cerebro del cerebro y una de las hormonas que segrega la FLCT, o factor liberador de corticotropina u hormona del estrés, que incrementa la ansiedad y la vigilancia y acaba por mandar órdenes a las glándulas suprarrenales ACTH, para que segreguen adrenalina y cortisol, la hormona del estrés. El hipotálamo dirige también la glándula pituitaria o hipófisis (adenohipófisis y neurohipófisis), que segrega diferentes hormonas que afectan a otras glándulas del cuerpo como la TSH (a la tiroides), FSH y LH (a las gónadas), prolactina PRL (glándulas mamarias), MSH (a los melanocitos de la piel), GH ( crecimiento del hueso y síntesis de proteínas), oxitocina (contracciones uterinas y secreción de leche, hormona social) y la vasopresina o antidiurética ADH (reabsorción de agua en los riñones). Estas neurobioquímicos reactivan la amígdala y el tronco encefálico, sistema simpático.

TDAH_cap15_img02Las personas que son más tranquilas emplearán algo más de tiempo en la respuesta parasimpática con el objetivo de reunir más información y evaluar mejor antes de reaccionar. Las personas muy ansiosas desarrollan una ruta neuronal exageradamente eficiente desde la amígdala a una respuesta del sistema simpático. Estas señales excesivas imposibilitan la concentración de la corteza frontal porque el ruido y el pánico se adueñan de los recursos de la corteza cerebral. Una espiral de ansiedad se ha puesto en marcha y el bucle de retroalimentación negativa se amplifica más y más.

Los fármacos betabloqueantes como el propranolol y el nadolol bloquean el aporte de adrenalina a los músculos, disminuyen la presión arterial y el ritmo cardiaco, Carter (2002). Sin embargo, paradójicamente, un poquito de ansiedad puede ser algo bueno al proporcionar un aporte extra de energía, lo que se traduce en un aumento de la capacidad de atención en la corteza frontal. En realidad, la estimulación no es otra cosa que una cantidad moderada de estrés, Ratey (2003).

Cuando no hay tiempo para pensar ante una señal de peligro el tálamo utiliza a la amígdala para no perder tiempo, de lo contrario si la señal no presenta para el cerebro una prioridad en la supervivencia es enviada a los lóbulos parietales y al frontal para su análisis. Modular las respuestas emocionales más primarias es tarea del hemisferio derecho y los lóbulos frontales. Nuestros sentimientos y emociones pueden conducir a cambios físicos como la producción de lágrimas. Los gestos faciales permiten igualmente comunicar a los otros miembros del grupo nuestro estado de ánimo. Llorar o reír están controladas por la amígdala y el tronco cerebral.

La función motriz, por lo tanto, es la sede de la cognición y el pensamiento consiste realmente en: evaluar, ordenar y decidir acerca de los planes de actuación. El proceso de pensamiento es el acto de recibir, percibir, comprender, guardar, manipular, inspeccionar, controlar y responder al flujo continuo de datos que recibimos. ASOCIAR LAS INFORMACIONES DE LAS ÁREAS MOTRICES, SENSORIAL Y DE MEMORIA son claves para el procesamiento de los pensamientos y la capacidad de considerar y planificar acciones futuras.

Estamos aprendiendo siempre por medio del movimiento. La pérdida del sentido del tiempo suelen acompañar a ciertas patologías que afectan al movimiento, como la enfermedad de Parkinson o de Huntington. Cuando no funciona bien las estructuras de los ganglios basales no pueden suspender ciertos movimientos o pensamientos. La función motriz afectará para bien o para mal al orden superior de la función mental: LA CONCIENCIA DE UNO MISMO.

La conciencia de uno mismo requiere de ensayos mentales, construcción de imágenes, pensamientos, toma de decisiones y acciones voluntarias. Es decir, la facultad humana de formar y manipular las construcciones imaginarias.

 

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