La plasticidad cerebral es la capacidad de las células nerviosas de cambiar y modificar su actividad como respuesta a cambios en el entorno.
El cerebro es un “ecosistema”, donde por un lado están las redes neuronales y sus neuronas (sistema de procesamiento digital) que constituyen la “estructura mental”, y por otro lado las neuroglias (sistema de procesamiento analógico) que alimenta a las neuronas “estructura emocional”, Taylor (2009).
Las redes neuronales compiten por hacerse con los estímulos que reciben del exterior. Las redes que consiguen procesar las nuevas experiencias o comportamientos acaban siendo estructuras o miembros fuertes, mientras que las que no se usan acaban perdiéndose. Una perturbación de la visión, el oído, el tacto, el gusto o el olfato (mensajes procedentes del exterior), pueden perjudicar el desarrollo normal del cerebro. Pero también recibimos mensajes internos acerca de la posición y el estado homeostático (equilibrio funcional) del cuerpo (grado de excitación, actividad de los distintos órganos, el ph, actividad neurobioquímica y nutritiva de la sangre entre otras).
El cerebro quiere y necesita mantener un equilibrio interno frente a un mundo cambiante. Interpreta, sin parar, todos esos estímulos que le llegan como instrucciones para modificar y actualizar los niveles de neurotransmisores, hormonas y neurohormonas. Se trata de gestionar, controlar y dirigir el ritmo cerebral al que se producen los disparos eléctricos y la excitabilidad química de las redes neuronales.
La posibilidad de ver el mundo de diferente manera al resto, es la característica de todo gran artista y, en realidad, es la característica que nos hace a todos UNICOS.
“Las neuronas que se disparan juntas se conectan juntas”. La experiencia influye en la percepción.
El cerebro puede ser modelado por las experiencias del mismo modo que los músculos son activados por determinados ejercicios. Cuando memorizamos una lección de historia, aprendemos a realizar operaciones matemáticas, ensayamos pasos de baile, practicamos un movimiento de tai-chi, repetimos una postura de kárate o yoga, aprendemos a escribir…estamos construyendo nuevas redes neuronales. Y a medida que nuestros cerebros se adiestran en dichas tareas mediante el reentrenamiento, las tareas se vuelven más fáciles y automáticas.
Así pues, sabiendo que las células nerviosas del cerebro se autoorganizan cuando se han entrenado suficientemente mediante el contacto repetido con un estímulo concreto, el cerebro puede ajustarse a nuevas percepciones.
El cerebro además posee la fantástica propiedad de predecir las figuras percibidas por los ojos a partir de solo unos fragmentos de esta que capta la fóvea de la retina ocular. Esta maravillosa propiedad también favorece la creación de las llamadas ilusiones visuales. El cerebro se encarga de rellenar los detalles o patrones continuamente. Pero esta propiedad también puede ayudar a filtrar el ruido externo o interno, evitando posibles interferencias. El ruido interno de las neuronas se llama resonancia estocástica o ruido de fondo, y permite incrementar la capacidad del individuo de experimentar un estímulo que cayera por debajo del umbral de la sensación, Rizzolatti (2006). Si te haces cosquillas en las puntas de los dedos y añades un poco de presión mientras lo haces, percibirás mejor la presión que cuando no te hagas las cosquillas. Pero si sigues aumentando el nivel de ruido llegará un momento en que satures la red neuronal y ya no podrás percibir la presión.
Si las neuronas no se utilizan para su propósito original puede que el cerebro las reclame para otros procesos neuronales. En las personas ciegas con la capacidad de lectura del lenguaje braille ocurre así, y neuronas conectadas originalmente para la vista son reprogramadas para ayudar al sentido del tacto y potenciarlo Ratey (2003). De igual modo el sentido del oído se desarrollará más, pues depende mucho más de este sentido que un “vidente”.
El área del cerebro destinada a controlar los dedos de la mano izquierda de un pianista o violinista (diestro) es más extensa que en personas diestras normales, pues las dos manos a la vez crean integración hemisférica.
Nosotros también la conseguimos a través de la Reeducación Caligráfica. Así, el trabajo de escritura “a dos manos” y con ejercicios específicos consigue corregir los problemas de aprendizaje, atención o conducta, por más difíciles que se presenten.
La mayoría de las neuronas se “disparan” más o menos al azar, este hecho facilita el adiestramiento neuronal ya que las neuronas tendrán, gracias a esta resonancia estocástica, la posibilidad de crear nuevos patrones o constructos de respuesta automática. Este mecanismo de aprendizaje se conoce como sincronización de neuronas que se disparan en un determinado orden con un determinado objetivo, responder a un estímulo en concreto.
El concepto de ruido interno nos permite comprender experiencias cotidianas como las psicopatologías, predisposiciones genéticas, sucesos de la niñez, factores medioambientales, niveles alterados de neurotransmisores, hormonas o incluso drogas. Un exceso de ruido mental dificulta los diferentes niveles de percepción de la persona, sobreexcitando los circuitos de la atención, memoria, aprendizaje, cognición, estabilidad emocional o cualquier otra función neurológica del cerebro. El estímulo se procesa de manera incorrecta y las neuronas se disparan equivocadamente. La ansiedad es la consecuencia de un excesivo ruido mental, pero a su vez es la causa de seguir aumentando el ruido mental, se entra en un circuito realimentado de ruido para producir más ruido. El autismo es una hipersensibilidad extrema. Se trata de una sobrecarga sensorial masiva y confusa que conduce a una falta de comunicación emocional y de interacción social. Este tipo de cerebros sufre una “inundación de estímulos sensoriales”.
Si el cerebro se encuentra ocupado en el filtrado de ruidos que alteran la percepción como las preocupaciones, sentimientos de culpa, pena, tristeza, rabia, inquietudes de diferentes tipos, quedarán menos redes disponibles para una buena percepción.
Nuestro Método consigue equilibrar las emociones y corregir los problemas de aprendizaje, la dislexia o el tdah, déficit de atención e hiperactividad, gracias al conocimiento de los verdaderos procesos neurológicos que intervienen en su aparición, desarrollo y control final.
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