El programa motriz que es capaz de recrear el movimiento de una escritura con la mano, sin realizarla físicamente, es la consecuencia de la llamada simulación mental. El cerebro genera imágenes motrices sin moverse en realidad. Pues bien, para recrear esa experiencia la persona debe usar las mismas regiones cerebrales que habría usado si se hubiese escrito realmente en un papel. Las mismas áreas del cerebro: corteza occipital, parietal y frontal (procesos de planificación, cálculo y formación de intenciones).
El movimiento es por tanto crucial para cualquier función cerebral entre ellas la memoria, la atención, la emoción, el lenguaje o el aprendizaje entre otras. Nuestras funciones cerebrales superiores han evolucionado a partir del movimiento y siguen dependiendo de él. Así pues, el cerebelo no solo coordina los movimientos físicos, sino también los del pensamiento. Desempeña un papel fundamental en la secuencia de pensamientos necesarios para visualizar la ejecución de la escritura, crear un argumento, inventar una composición musical, demostrar una ley física, ir al supermercado o atarse los cordones de los zapatos, Téllez (2006).
La orientación espacial, el lenguaje, la emoción y muchas otras funciones comparten porciones de los mismos sistemas cerebrales y ponen en acción a diferentes regiones de distintas maneras.
La función motriz es clave para el comportamiento porque éste se trata de una ejecución de movimientos prescritos por la cognición. Si comprendemos mejor el movimiento, entenderemos mejor los pensamientos, palabras y obras.